Origen del Tarot de Marsella: Historia y Misterio de un Mazo Legendario

Origen del Tarot de Marsella: Historia y Misterio de un Mazo Legendario

Hablar del Tarot de Marsella es adentrarse en el corazón mismo de la historia del tarot occidental. Este célebre mazo, que hoy se considera el patrón clásico del tarot europeo, tiene un origen rodeado de misterio, arte y tradición.

¿Qué es el Tarot de Marsella?

El Tarot de Marsella es un conjunto de 78 cartas divididas en 22 Arcanos Mayores y 56 Arcanos Menores. Se caracteriza por su inconfundible estilo artístico: dibujos de línea gruesa, colores planos y vivos, y figuras medievales o renacentistas llenas de simbolismo. Desde el siglo XVII, se convirtió en la referencia para tarotistas y estudiosos en Europa y, más tarde, en todo el mundo.

Los orígenes: Italia, no Marsella

Aunque lo conocemos como “Tarot de Marsella”, su historia empieza en la Italia renacentista. A finales del siglo XIV y comienzos del XV, en ciudades como Milán, Ferrara y Bolonia, se crearon los primeros juegos de cartas llamados “Trionfi” o triunfos, considerados antepasados directos del tarot.

Hacia 1440 ya se documentan cartas llamadas “Trionfi”, con figuras alegóricas que más tarde serían los Arcanos Mayores (como El Papa, El Emperador, La Muerte, etc.). Estos mazos no tenían todavía un fin esotérico, sino lúdico y, a veces, decorativo, sobre todo en cortes aristocráticas.

La expansión a Francia

Durante el siglo XVI, el tarot cruzó los Alpes hacia Francia y Suiza. Allí, los impresores y grabadores adoptaron el diseño italiano, pero lo adaptaron a su técnica de grabado en madera y a sus gustos locales. Surgieron talleres especializados en ciudades como Lyon, París y especialmente Marsella, que se convirtió en un gran centro de producción de cartas.

Marsella y los maestros cartoneros

Marsella era un puerto próspero y multicultural, punto estratégico de comercio en el Mediterráneo. En el siglo XVII, se consolidó como uno de los principales centros de fabricación de naipes en Europa. Varias familias de maestros cartoneros (fabricantes de cartas) empezaron a producir masivamente este estilo particular de tarot. Entre ellos destacaron nombres como:

  • Jean Noblet (París, 1650) → uno de los mazos más antiguos conservados.
  • Jean Dodal (Lyon, 1701-1715) → sus cartas inspiraron a muchos mazos posteriores.
  • Nicolas Conver (Marsella, 1760) → su tarot es la base de casi todas las reediciones modernas.

Estos artesanos usaban moldes de madera para grabar las líneas y después coloreaban a mano con plantillas y pigmentos minerales. De ahí los colores tan definidos (rojo, azul, amarillo, verde, etc.) que se convirtieron en rasgo inconfundible del Tarot de Marsella.

Del juego al arte adivinatorio

Inicialmente, el tarot se usaba para jugar a un juego de bazas similar al actual juego del tarot francés. No fue hasta el siglo XVIII que empezó a vincularse a la adivinación y a lo esotérico, gracias a figuras como:

  • Antoine Court de Gébelin (1770s-1780s): erudito francés que afirmó que el tarot venía del Antiguo Egipto, dándole un aire místico.
  • Etteilla (Jean-Baptiste Alliette): el primer tarotista profesional que publicó métodos de adivinación con el tarot.

Estas teorías esotéricas se propagaron por Europa, y el Tarot de Marsella se consolidó como instrumento para la cartomancia.

Siglo XIX y XX: decadencia y renacimiento

Con la llegada del siglo XIX, el Tarot de Marsella perdió algo de popularidad frente a mazos más “esotéricos” como el Tarot Etteilla o el Tarot Rider-Waite. Sin embargo, siguió fabricándose, sobre todo en Francia y Suiza.

En el siglo XX, artistas y ocultistas como Paul Marteau (editor de Grimaud) redescubrieron y reeditaron el Tarot de Marsella, preservando su iconografía. Posteriormente, en el siglo XXI, el tarotista Alejandro Jodorowsky, junto al cartógrafo Philippe Camoin, emprendió una restauración para devolver al Tarot de Marsella sus colores y detalles originales, devolviéndole enorme popularidad mundial.

Por qué se llama “de Marsella”

El término “Tarot de Marsella” comenzó a usarse en el siglo XIX para distinguir este estilo de tarot, producido principalmente en Marsella, de otros estilos regionales. En realidad, su diseño no nació exclusivamente en esa ciudad, pero allí se perfeccionó y se distribuyó ampliamente, lo que acabó dándole el nombre.

Un patrimonio cultural y esotérico

Hoy, el Tarot de Marsella es más que un mazo de cartas: es un tesoro cultural, artístico y espiritual. Sus imágenes ancestrales siguen fascinando tanto a artistas como a tarotistas y psicólogos, que lo utilizan como herramienta de autoconocimiento, interpretación simbólica y, para muchos, adivinación.

Conclusión

El Tarot de Marsella es fruto de siglos de historia, arte y misterio. Aunque su nombre alude a una ciudad portuaria francesa, su viaje empezó en la Italia renacentista y se transformó en Francia hasta convertirse en el tarot más icónico del mundo occidental. Hoy, sigue vivo y vigente, hablándonos a través de sus figuras medievales y sus intensos colores.